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miércoles, 4 de enero de 2012

El humor en el arte de la seducción

chica-riendo-a-carcajadasjpgEl humor en el arte de la seducción. El humor es, sin duda, una de las mejores armas para seducir eficazmente. Cualquiera que sepa hacer reír, hombre o mujer, podrá hacer olvidar incluso desgracias físicas notables. El humor es la pimienta de los gestos más imprevistos, hilarantes o delirantes que, a buen seguro, fuerzan la atención y relajan considerablemente esa desconfianza muscular que le hace a uno volverse tenso, reticente o incómodo en la comunicación.


El mohín es un gesto, y todos los gestos de burla hacia uno mismo o hacia otros es evidente que no son inocentes. Se dice que un santo triste es un triste santo, y un seductor o una seductora que carezca de humor perdería seguramente muchas ventajas en la relación. Por lo general, los gestos de humor tienden a caricaturizar una situación vivida por uno mismo o por otros, cuya naturaleza corresponde al modo de humor del otro, pues todo el arte consiste en saber bien qué es lo que le hace reír. Si queremos llegar a nuestros fines con inteligencia, vale más comenzar por algo sutil, pero a veces es la bufonada grosera la que seduce a los tontos, como esos personajes que tienen necesidad de soltarlo todo en su resistencia a entrar en materia.


Es así como, en el juego de seducción, todo debe hacerse para alegrar al otro, lo que dice bien a las claras la importancia de aligerar todo aquello que podría eventualmente constituir un obstáculo, como son las diferencias demasiado marcadas, salpicándolo con algunas dosis de humor. Nadie pone en duda que aquel que sabe hacer germinar en el otro una sonrisa recogerá los frutos de ella en el curso de la seducción.


De hecho, se apercibe que el humor constituye casi siempre el pretexto para poner en funcionamiento gestos transicionales que permiten salir del conformismo de una relación, ante todo social o convencional, antes de que sea más densa.


Con el humor, por ejemplo, se puede hacer un guiño cómplice al otro, aplicándose a calificarlo deliberadamente de humorístico. Ante la reacción del otro, se comprobará si el mensaje es recibido por medio de una contra mirada, o una sonrisa, o un gesto falsamente reprobador que indicará bastante claramente que el grosero guiño del ojo, visto como tal y convertido en burla, ha cumplido, sin embargo, su oficio.


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Particularmente en Francia, tanto las mujeres como los hombres no vacilan en llegar hasta la pantomima para hacer reír al otro, hasta tal punto que puede comenzar a instalarse una competición de la risa entre ambos miembros de la pareja. Los gestos pueden calentarse entonces y devenir del todo informales, justificados por el pretexto humorístico que permite muchas bufonadas o gestos más acariciadores con un contacto físico.


A menudo, dos personas que ya no pueden reírse más juntos se cogerán gustosos del brazo, como para testimoniar una reciprocidad satisfactoria ya vivida de este modo. Esta especie de congratulación, que tiene la ventaja de asegurar la intención y la disponibilidad del otro, está perfectamente admitida bajo la cubierta del humor, pero seguramente que no lo sería sin su ayuda. Reírse de la misma cosa prueba a menudo muchas afinidades reales entre los compañeros, pues este gesto cultural quiere decir que su naturaleza, su experiencia o su cultura se sitúan en la misma frecuencia.


Hasta el punto de que se puede incluso tocar la rodilla del otro, como si nos apoyásemos de algún modo sobre su buena palabra, lo que es una preintimación sin equívoco alguno.


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Dentro de esta misma categoría se puede coger al otro por el hombro, el antebrazo u otra parte para invitarlo a escuchar la última buena historia, pretexto perfectamente pasable para, al mismo tiempo, avanzar un peón más en el plano del contacto físico con la reacción posible de rechazo o de aceptación. Incluso sin aprovechar, para no arriesgarse al eventual rechazo, un pequeño golpecito con el índice para invitar a la escucha sirve de vehículo a un mensaje transitorio de manera aún más sutil.


La complicidad es siempre buscada en la seducción, ¿y acaso no es el humor quien mejor hace generar mucha atracción?.

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